Conferencia “Hijas de Dios”: Parte II

LA CONDICIÓN DE HIJA

Bajo la condición de hijas de Dios tenemos: identidad, derechos y deberes.

La identidad

El Señor se tomó tiempo y cuidado para formarnos, Salmos 119:73 dice: “tus manos me hicieron y me formaron…”; no  vinimos de la evolución, ni por explosión, no es cierta ni ninguna de esas cosas que escuchamos por ahí.

Génesis 1:26-27 (RVR 1960)  “entonces dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.

Fue  un cuidado tan especial que tuvo nuestro Padre Celestial al formarnos, que nunca  vamos a encontrar a nadie igual, aun los gemelos,  ninguno es igual al otro, tus huellas digitales, la retina de tus ojos, tu temperamento, etc. Eres único e irrepetible.

Como hija tienes el ADN de Dios, no le creas al enemigo cuando te quiera  menospreciar y decirte que no vales nada. Somos hijas del Dios Altísimo, y como hijas del Rey somos princesas.

1 Pedro 2:9 (RVR1960) dice “más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

Tu padre celestial fue capaz de entregar a su único hijo por ti, fuiste comprada a precio de sangre, y no solo el Padre entregó al hijo, sino, que el hijo aceptó pagar este precio tan alto. Hay un doble valor aquí, porque Jesús pudo haber dicho: no, eso no, yo los amo, pero no voy a morir, y menos de esa manera por gente pecadora, pero a Él no le importó, dio su vida por ti. Si Él valoró tu vida, cuanto más tú tienes que valorarla, y reconocer quien eres para Dios.

Dios te hizo a su imagen y semejanza, somos  vasos  elegidos por Él, en los que  deposita de su gracia, para luego usarnos como  instrumento con la finalidad de llevar a cabo su propósito. Eso somos para Dios.

Por ser hijas de Dios tenemos identidad, por tanto dignidad. Entre la dignidad y el orgullo hay un hilo muy  fino, que en cualquier momento puede pasarse de un lado a otro. Pero si tu identidad está bien definida y fundamentada en Dios, sabrás manejarlas a ambas, no te volverás orgullosa porque Dios al altivo lo mira de lejos, pero tampoco perderás tu dignidad, sabiendo quien eres para Dios.

No mires a los demás queriendo tener su pelo, su rostro, su cuerpo, o la unción que Dios le dio,  busca el rostro de Dios y recibirás la unción que Él tiene reservada para darte, Efesios 4:7 (RVR)  dice “ Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”,  si te enfocas en querer la unción de otros,  nunca vas a recibir lo que Dios tiene pata ti, no ministres con aceite prestado, machaca tus propias olivas, tú vales por lo que eres, no por lo que tienes.

Los Derechos 

Si conoces tu identidad como hija, vas a saber cuáles son tus derechos.

Como hijas  tenemos derecho a ser:

Amadas,

Respetadas,

Protegidas,

Cuidadas.

Ganarte el respeto y la admiración con la manera de conducirte, el respeto no se exige, se gana.

Debes amarte, respetarte y valorarte primero tú. El Señor nos manda a amar al prójimo como a uno mismo, eso indica que tenemos que amarnos.

Los Deberes

Pero así como tenemos  derechos, también tenemos deberes que  cumplir, entre estos están: honrar, para que recibas la promesa del mandamiento que dice que honres a tus padres para que los días te sean largos en la tierra. La biblia no dice que los honres solo si ellos son buenos, dice que los honres.

Los hijos no son solo para mimarlos, claro que necesitan todo eso que mencioné en el punto anterior, pero también necesitan corrección a tiempo y eficaz. Hebreos 12:7 (RVR1960) dice: “Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

Así que como hijas debemos estar preparadas para las correcciones que tengamos que afrontar en la vida, y seguir honrando a nuestros padres terrenales y a nuestro Padre Celestial, ya que la educación se fundamenta en la orientación, la guianza y la corrección. 

Hebreos 12:9 (RVR) dice “Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?”.

Honra y ama a tu Padre Celestial, con todo lo que eres y con lo que tienes.

Pastora Juana Contreras.

Santo Domingo, República Dominicana.

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