En los momentos de crisis

En los momentos de crisis, de escasez, de pérdida, sufrimientos, de angustias, de muerte o cualquier situación que estemos enfrentando  nos hacen sentir como si nos hubieran quitado el piso o sentimos que pisamos suelo movedizo, que al dar cada paso nos hundimos más en nuestra desesperanza, pensar que hay una salida, que todo va a volver a hacer como antes, Que nos levantaremos con gozo y alegría en nuestros rostros, parecen cosas imposibles, podemos pensar que quizás a otro le puede pasar, pero que nosotros no saldremos jamás de esa situación, y, hasta escuchar de tantas promesas de aliento y esperanza podrían producir en nuestros corazones rebeldía, resentimientos, o cualquier sentimiento negativo, porque no vemos suceder nada en el momento.

Todo eso que estemos enfrentando o sintiendo es cierto, pero mucho más cierto es:  el poderío, la grandiosa misericordia, el amor inigualable y fiel compromiso de nuestro Dios altísimo para con todos los que le buscan y confían en Él.  Sus promesas no van a dejar de cumplirse en nosotros independientemente de cómo estemos o nos sintamos.  Por encima de todos los AUNQUES, (Habacuc 3:17-19) el Señor omnipotente es nuestra fortaleza, es nuestro ayudador. El guardará en completa paz, a aquel cuyos pensamientos en el perseveran, porque en Él han confiado (Isaías 26:3). En tiempo de escasez, Él es nuestro proveedor (Flipenses 4:19-20). En confusión, Él es quien nos enseña y hace entender el camino por el cual debemos andar (salmos 32:8). En tiempo de tormenta, Él nos llena con Su paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7). Estamos atravesando el Valle de la muerte o la angustia por la pérdida de un ser amado. Él está con nosotros, dándonos las fuerzas que necesitamos, dándonos aliento (salmos 23:4).

Hoy por favor tomemos la decisión, por encima de nuestra condición, de dejar de mirarnos a nosotros en nuestra miseria y atrevámonos a poner nuestros ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien nos dice: NO TE DEJARÉ, NI TE DESAMPARARE… (Hebreos 12:2;13:5)

Dios nos llene de Su abundante gracia y grandiosa misericordia y nos mueva a derramar nuestros corazones delante de Él como agua, confiando plenamente de que, aunque no vea, ni entienda absolutamente nada, Él está trabajando a favor nuestro. Sólo es seguir confiando y esperando en Él, y Él HARÁ …

Dios les bendiga.

Sunilda Paredes

Santo Domingo, República Dominica.

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